Lengua de Signos

Hoy quiero escribir sobre la lengua de signos. Normalmente me voy por las ramas, pero resulta que soy maestra especialista en Pedagogía Terapéutica y es un tema que me incumbe.

No entiendo por qué no se imparte la lengua de signos en las escuelas. Y no hablo de una extraescolar, ni siquiera de una asignatura optativa. Es tan importante como el inglés, o más. Porque, al fin y al cabo el inglés, a alguien que no pretende salir de su zona de confort, tampoco le sirve de mucho, y si en cualquier momento de su vida desea aprenderlo puede encontrar una media de cinco academias que lo imparten en cada paseo de media hora por su barrio.

No pasa lo mismo con la lengua de signos. En primer lugar, no resulta ni la mitad de sencillo encontrar lugares y/o personas que la enseñen. En segundo lugar, personas con sordera y/o mutismo (o solamente con sordera que por circunstancias de la vida no han podido aprender a hablar) hay en todos los países, y podemos encontrárnoslas sin salir de nuestra zona de confort. Y no sé, estaría bien poder comunicarse con cualquiera que deseáramos. Pero sobre todo, estaría muy bien que nadie en el mundo se sintiese excluido por condiciones sensoriales ajenas a sus intenciones. Los sentidos nos ayudan a comprender el mundo y relacionarlos con él, pero por desgracia no los controlamos, y su falta o trastorno no cambia nuestra condición de seres sociales.

Cualquier sistema de comunicación, siempre que no resulte despectivo, es válido, porque el resultado es relacionarse, que es para lo que nacimos. No sé por qué todavía, a día de hoy, hay tanta gente que no puede relacionarse con quien quiera de su entorno y obviamente no por el idioma, lo cual tiene fácil solución, sino por una discapacidad. Solo es una prueba de los no-avances de la sociedad.

Volviendo a la escuela, el objetivo de la educación es formar, al fin y al cabo, para la vida. En el fondo, se trataría de conseguir que la discapacidad auditiva fuera solo una dificultad añadida en el desarrollo del aprendizaje y la identificación de estímulos auditivos, pero nunca una dificultad para la vida.